No hay fallo
no hay fallo
no hay fallo.
Yacer, impaciente
e inmóvil por fuera
siguiendo instrucciones
que alguien inventa y escupe sobre la marcha, durante el recorrido de círculos cerrados que completan sus ojos
habitantes de una cueva de espejos.
Hay dos huecos
y ninguno espera.
Hay dos contratos
sin condiciones.
Queda la virtud, queda la elección, queda todo lo que sí
si
la intensidad se hace a un lado y grita.
Oh, diosa perspectiva.